Los orígenes de la Ayurveda y el Yoga tienen raíces comunes y juegan un papel altamente complementario en la evolución espiritual y el mantenimiento del bienestar físico y la vitalidad.
El Ayurveda no se limita a la curación de las enfermedades mediante un tratamiento de los síntomas. En su lugar, evalúa por completo el cuerpo-mente de la persona.
El Ayurveda describe al cuerpo humano y al universo como un compuesto de Prana, la energía primordial, la fuerza vital que se manifiesta en forma de tierra, agua, fuego, aire y éter. Cualquier desequilibrio de estos elementos en nuestro cuerpo se experimentan como una enfermedad, malestar o dolor.
Estos elementos se mantienen en armonía en un cuerpo sano que los consume a través de la respiración, la alimentación, el agua, el sol, el ejercicio y el sueño.
El Ayurveda considera que la medicina y la dieta son complementarias. El poder de los alimentos se manifiesta cuando se utilizan las combinaciones apropiadas y en coordinación con las particulares de cada individuo. Es aquí donde los profundos efectos de la alimentación ayurvédica son revelados.
En sintonía con la naturaleza observamos como cada ciclo tiene su particularidad.
En estos días estamos observando como de a poco el otoño empieza manifestarse. Los días van siendo más secos, fríos, ventosos, impredecibles, vacíos. De a poco los árboles van despidiendo sus hojas dejando espacio. Todos estos cambios son los que aumentan la energía Vata y la desequilibran.
Hay un principio ayurvédico que dice: “Lo semejante aumenta lo semejante”, por lo tanto lo opuesto lo equilibra. En otoño, las rutinas, la buena nutrición, la sensación de estabilidad, mantener al cuerpo hidratado, nos darán equilibrio. Vata cuando esté equilibrado, es entusiasta, creativo, flexible, emprendedor, usemos estas fuerzas a nuestro favor!